Escritor español; nacido aproximadamente en 1375 y fallecido hacia 1438. Autor de obras religiosas, del que se conoce muy poco. Escribió Espejo del alma, que se encuentra en un manuscrito escurialense, junto con El libro de las tribulaciones y el Tratado breve de penitencia, que le son también atribuidos. En una de sus obras se menciona un Libro de confesión, compuesto por él, que no ha llegado hasta nosotros, y que podría tratarse de una traducción de la Summa confessionis (1492), de San Antonio de Florencia. En su obra Espejo de alma, hace una descripción de los tres pecados que ligan al hombre, los tres motivos para rechazar al mundo y las tres razones para unirse con Dios. Según https://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=fernandez-de-minaya-fray-lope
Texto integro de Fernando Rodriguez de la Torre, recogido de la web https://dbe.rah.es/biografias/73036/lope-fernandez-de-minaya
En fotografía, Manuscrito de Padre Nostre, obra de Lope que se encuentra en Patrimonio Nacional https://rbme.patrimonionacional.es/s/rbme/item/13649#?xywh=-1895%2C-359%2C5443%2C2598&cv=1
Fernández de Minaya, Lope. Minaya (Albacete), ú. t. s. xiv – España, 1434 post. Religioso agustino (OSA), autor de valiosos escritos místicos, en códice anterior a la imprenta.
Ningún autor conocido ha planteado hasta ahora la cuestión de su naturaleza. La opinión con mayor fundamento atribuye su nacimiento en Minaya (hoy, provincia de Albacete). Es sabido que los religiosos, al profesar en una orden o bien cambiaban por completo su nombre, que lo ponían bajo una advocación celestial (por ejemplo, Francisco de Santa María), o bien a su propio nombre o a sus propios nombre y primer apellido añadían la localidad natal con la preposición “de” (por ejemplo, fray Bernardino de Minaya, nacido en Minaya en 1489, gran protector de los indios en América). Ésta es una de las razones corroborada por lo que se sabe de él: “Que era un agustino perteneciente a la diócesis de Toledo”, como lo era entonces la localidad de Minaya. Añade A. Manrique (1972) que “fue él quien construyó la iglesia del convento agustino de Toledo, en 1403”.
Fue el historiador de la literatura hispánica J. Amador de los Ríos (1865) quien estudió descriptiva y críticamente las obras manuscritas del códice escurialense, atribuyendo indubitablemente estas obras a Fernández de Minaya. Y el agustino Ignacio Monasterio, en su obra Místicos agustinos españoles (1929) empieza, antes de su particular estudio del manuscrito Espejo del alma, descartando otros autores (por ejemplo: el padre Oliver tiene un opúsculo en latín, de igual título: Speculum animae, que nada tiene que ver, y se descarta de plano la personalidad de Fernández de Minaya como la de un portugués que se llamaría “Lope de Portugal”). Tanto Amador de los Ríos (1865) como Monasterio (1929) como F. Rubio (1964) estudian bien, muy descriptiva y críticamente, la obra manuscrita de Fernández de Minaya, aunque, en aras de la brevedad, se sigue la síntesis, más moderna, de F. Martín Hernández (1967). Previamente cabe decir que el valioso códice de la Biblioteca del monasterio de El Escorial, perteneció antes a la biblioteca del conde de Villaumbrosa. Y, dada su importancia, se mantiene, en la descripción de todo el códice, a la muy correcta descripción que hizo el paleógrafo J. Zarco Cuevas (1924).
M. Cerezal (1928) editó conjuntamente, con el Espejo del alma, que ya en su título dice el nombre del autor, el Libro de las Tribulaciones, anónimo, por el enorme parecido que presenta con el anterior, tanto en estilo, forma, como en contenido y fondo.
Un breve estudio del Espejo... permite dar cuenta del estilo característico y de la sana doctrina que caracteriza al escritor agustino. El conjunto constituye todo él un sólido y vivo comentario del texto: “Si quis diligit mundum, non est charitas Patris in eo [...]” (I Carta de San Juan, II, 15-17; Si alguno amare al mundo no está en él la caridad del Padre; pues todo lo que hay en el mundo, la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la jactancia de los bienes terrenos, no procede del Padre, sino que procede del mundo...). El autor describe los males causados al alma por la triple concupiscencia, tras la que viene un elogio de los tres votos religiosos. La obediencia, dice, destruye el orgullo de la vida y los pecados que este orgullo engendra, que son: la vana gloria [vanagloria], la envidia y el rencor. La pobreza voluntaria destruye la avidez de los ojos y la avaricia, y, en fin, la castidad perfecta mata la concupiscencia de la carne. A los sesenta y tres capítulos del Espejo..., en sí, sigue un breve tratado de la Penitencia, “crisol misterioso donde la religión nos purifica de toda mácula e impureza” (A. de los Ríos, 1865). El todo constituye la obra fundamental del ascético agustino. “Por esta obra, Fernández de Minaya se sitúa en la línea de los espirituales españoles del siglo xvi, donde a la ascesis más ortodoxa se une una unción benéfica y un sano humanismo. Se le puede considerar como uno de los mejores escritores espirituales del siglo xv español, en el momento en que la buena literatura de la espiritualidad comienza su florecimiento” (F. Martín Hernández, 1967).
Al Espejo del alma sigue, como se ha dicho, el Libro de las Tribulaciones, del que no se ha dudado en atribuirlo a Fernández de Minaya, porque, aunque no tiene nombre de autor, sus nueve capítulos son complementarios de la anterior doctrina y por ofrecer el mismo estilo y lenguaje es indubitable del agustino.
Hay unas recomendaciones que sorprenden por su desenfado y colorido. Por ejemplo: “El remedio para la tristesa que á ombre viene et non sabe dónde, es lo primero faser qualquier cosa en que honestanmente pueda tomar plaser, sin pecado [...] como cantar o tañer [...] leer et resar ó contemplar, ó faser alguna obra de manos. Esto al ombre espiritual: al del mundo conviénele usar, segund aquellas cosas que cumplen á su estado, en las quales sin pecado pueda alegrarse, asy como oir estormentos, caçar, leer libros de estorias de cavalleros, jugar axedrez [...] Todo esto debe faser solamente por desenojarse, e luego tórnese á ocupar en ver su fasienda [...]”.
Hay un párrafo final de A. de los Ríos (1865), reproducido en todos los comentaristas posteriores. Es éste: “A la profundidad de miras, al método en que expone y desenvuelve la materia unió fuerza dialéctica irresistible, y formando un estilo llano, pero nervioso, vibrado y lleno de imágenes enérgicas y atrevidas, comunicó a su lenguaje no poca severidad, dando notabilísimo ejemplo de aquella elocuencia viril y poderosa, que debía resplandecer durante el siglo xvi en los Leones y Granadas”.
Obras de ~: [Códice, en Biblioteca del Real Monasterio de El Escorial, sign. “h.II.14” (antes, “II.M.9” y “ij.11”)]. 1. Aquí comjença vn noble traptado que fabla de la exposición del pater noster. 2. [Tratado de los siete dones del Spiritu Santo]. 3. Capitulo que trapta de las virtudes de [fee], speramça e caridad. E es acabado el traptado de los dones del spiritu santo. 4. Aquí comienza. vn libro que es llamado. espeio. del alma. El qual compusso frey lope ferrnandez. de la horden de sant agustín. 5. Aquj comjença vn libro el qual es compuesto de dichos de la santa scriptura e de muchos santos doctores e ha por nombre lybro de las tribulaçiones. Por que tracta principal mente de commo deue el onbre tribulado consolarse e aver paçiençia en sus enfermedades e dolores e tribulaçiones considerando quantos provechos vienen de la tribulaçion; (ed.) Espejo del alma, Tratado breve de penitencia, Libro de las Tribulaciones, pról. del padre M. Cerezal, El Escorial, Imprenta del Real Monasterio, 1928, Biblioteca Clásica Agustina, 1928.
Bibl.: N. Antonio, Bibliotheca Hispana Vetus [...], Tomus Secundus, Matriti, Apud Viduam Heredes D. Joachimi Ibarrae Regii Quondam Typographii, 1788, pág. 236; Bibliotheca Hispana Nova [...], Tomus Secundus, Matriti, Apud viduam et heredes Joachimi de Ibarra, 1788, pág. 79; “Fernández (Lupo)”, en Biografía Eclesiástica Completa [...], vol. VI, Madrid- Barcelona, Imprenta y Lib. de D. Eusebio Aguado, Imprenta y Lib. de D. J. de Grau y Compañía, 1853, pág. 674; J. Amador de los Ríos, Historia Crítica de la Literatura Española, vol. VI, Madrid, Imprenta de José Fernández Candela, 1865, págs. 321-324; J. Zarco Cuevas, Catálogo de los Manuscritos Castellanos de la Real Biblioteca de El Escorial [...], vol. I, Madrid, Imprenta Helénica, 1924, págs. 193-194; G. de Santiago Vela, Ensayo de una Biblioteca Ibero-Americana de la Orden de San Agustín, vol. II, El Escorial, Imprenta del Asilo de Huérfanos S. C. de Jesús, 1915, págs. 419-424; I. Monasterio, Místicos Agustinos Españoles, vol. I, Real Monasterio de El Escorial, Editorial Agustiniana, 1929 (2.ª ed.), págs. 63-69; G. de Santiago Vela, Ensayo de una Biblioeca Ibero-Americana de la Orden de San Agustín, vol. VIII, El Escorial, Imprenta del Monasterio, 1931, págs. 568-569; F. Rubio, Prosistas Castellanos del Siglo xv, vol. II, Madrid, Atlas, 1964 (Biblioteca de Autores Españoles, vol. 171) (“Fernández de Minaya”, págs. 43-49 [introd.], y págs. 217-301, textos: Espejo del Alma, págs. 217-262, Tratado Breve de Penitencia, págs. 263-267, Libro de las Tribulaciones, págs. 269-301); F. Martín Hernández, “Fernández de Minaya (Lope)”, en VV. AA., Dictionnaire d’Histoire et de Géographie Ecclesiastiques [...], Paris, Letouzey et Ane, vol. XVI, 1967, cols. 1.116- 1.117; A. Manrique, “Fernández de Minaya, Lope”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de la Historia Eclesiástica de España, vol. II, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1972, pág. 919.
Fernando Rodríguez de la Torre