Breve, pero interesante, historia de El Marqués de Salamanca en MINAYA, 1854.
Conozcamos un poco más al personaje en cuestión:
Nacido en Málaga en 1811, fue hijo del médico José María de Salamanca y de su esposa, María Polonia Mayol. Cursó estudios de Filosofía y Derecho. En esta ciudad probablemente tomó contacto con grupos contrarios al absolutismo de Fernando VII, incluyendo a Mariana Pineda, quien en 1831 sería juzgada y condenada a muerte convirtiéndose en mártir de la causa liberal. Llegó a sentir afecto por la lucha anti-absolutista durante su juventud.
Sus ardores revolucionarios se calmaron temporalmente y, gracias a la amistad de su padre con Cea Bermúdez (Presidente del Consejo de Ministros), logró la alcaldía de Monóvar (provincia de Alicante) en 1833.
Este año murió Fernando VII, ocupándose del gobierno su esposa María Cristina de Borbón. Los movimientos revolucionarios acontecidos durante la regencia catapultaron al futuro marqués a los primeros planos de la escena nacional. En 1835 es nombrado alcalde de Vera (Almería); tras esto, elegido para representar a dicha provincia en la Junta Revolucionaria de Sevilla.
En 1836 tiene lugar el pronunciamiento de La Granja, que obligó a la reina regente a restituir la Constitución de corte liberal de 1812 elaborándose la nueva progresista de 1837. En las nuevas Cortes formadas, José Salamanca es elegido diputado por Málaga, trasladándose a la capital (Madrid) para ejercer este cargo.
Establecido en Madrid, Salamanca desarrolló un gran talento para los negocios, que le reportaron a lo largo de su vida grandes alegrías y también momentos difíciles. En 1839 obtiene el monopolio de la sal, comenzando además a invertir en la Bolsa de Madrid. En 1844 da un gran pelotazo en bolsa, al aprovecharse de informaciones privilegiadas por su relección con el gobierno. Su control sobre el negocio de la sal le granjeó la animadversión del general Narváez, con quien se enemistó temporalmente y con quien hizo negocios posteriormente.
Su carrera política también iba en ascenso, al ser nombrado ministro de Hacienda por el presidente Joaquín Pacheco en 1847. Tras la dimisión de este en octubre del mismo año, Salamanca pasa a ejercer de facto la presidencia del gobierno hasta que el nuevo presidente, Florencio García Goyena, le destituye debido a que una comisión parlamentaria estaba investigando supuestas actividades irregulares de este en su ministerio. Esto supondría un gran frenazo a su ascensión en la política. La llegada al poder de Narváez empuja a Salamanca a exiliarse a Francia, donde permaneció hasta 1849.
Cinco años más tarde habría de marcharse por segunda vez, al producirse la revolución de 1854 (de la cual personajes como Salamanca constituían sus bestias negras) que daría pie al Bienio Progresista. Salamanca sale de Madrid en dirección hacia Albacete, buscando protección.
Y así llegamos al punto donde surge la historia que le vincula con nuestro pueblo.
EL MARQUES DE SALAMANCA EN MINAYA
D. José de Salamanca, más conocido como Marqués de Salamanca, empresario que construyó el ferrocarril Aranjuez Albacete, se alojaba en Minaya en su huida desde Madrid, según cuenta ROA Y EROSTARBE "Crónica de la Provincia de Albacete".
"Corrían los días azarosos de 1854, época política desdichada en la que todavía se hablaba en España de pronunciamientos y motines, cuando el banquero D. José de Salamanca, que habla sido ministro de Hacienda con el partido moderado, tuvo que salir de Madrid huido, á la Provincia de Albacete, á una venta del pueblo de Minaya, venta de Juan Montero, también llamada venta Don Diego. Hasta la venta llegaron sus perseguidores, a quienes el ventero despisto y el Marques pudo continuar viaje hasta Albacete en los días siguientes. Albacete le dio protección y el Marques siempre estuvo agradecido a quienes posibilitaron su protección en este episodio de su vida"
Al término del bienio, en 1856, Salamanca obtendría el título de senador vitalicio en las Cortes españolas y vuelve a rehacer sus negocios. Finalmente murió, en 1883, endeudado por valor de seis millones de reales. A lo largo de una vida de lujo y sibaritismo extremos, José de Salamanca había sido revolucionario, abogado, conspirador, alcalde, juez, banquero, contratista de obras, empresario de teatros, director de empresas, ingeniero, agricultor, ganadero, ministro, senador, diputado, marqués, conde y Grande de España.